Rara vez los pasos son contados cuando tenemos que ir hacia uno u otro lado. Los damos por inersia. Un mecanismo abstracto que nace de adentro nuestro cuando queremos ir "dos cuadras para allá", "doblando, a media cuadra", "tres derecho y dos a la derecha, una casa gris con ventanas de madera.". Manteniendo la vista apretada en nuestro destino desperdiciamos la jugada.
¿Alguien sabe jugar al ajedrez?
¡Yo sí! No como me gustaría pero sé lo básico. Queremos hacer el jaque. Queremos comer a su rey, a su reina. Quedar en su territorio, primordialmente. Conquistar su base. Ese es nuestro destino.
Pero cada movimiento es atendido. Cada movimiénto es estratégicamente elegido. Para jugar mejor o peor. Para ir hacia adelante. "Sal hacia adelante, pero sal a tu manera." ¿Hacia adónde? Hacia adelante, siempre. Pero siempre mirando donde pisamos.
Cada paso debe ser registrado. Debe ser importante. "Si tenés la libertad de participar o mirar, y elegís mirar, ¿libre para qué?"
Tenés un cielo amplio y lleno de formas. Edificios atacantes en la inmensa ciudad, 30 historias en cada uno (como mínimo). Una verdulería, una farmacia, un negocio de ropa, una galería. Un verdulero, un policía, una mamá, chicos de primaria, estudiantes a estudiar. Baldosas flojas, piso despintado, manchas en las sendas peatonales. Formas. Diferentes formas de mirar. De apreciar, de sentir, observar, conocer.
Caballo de Troya liberado
¿Nos queremos conocer?
Una amiga me contó, que en sólo una toma se pudo presenciar un borracho vomitando, una pareja manoseandose, un taxista y un hombre golpeándose, una embarazada descomponiéndose en soledad, un chiquito comiendo basura de una bolsa de basura.
Y en toda esta bajesa, podemos intervenir. Debemos hacerlo. Cada una de estas chances nos espera a que usemos nuestro turno en el gran juego de ajedrez, lo más estratégicamene libre posible.
Una jugada estrategicamente libre.
Paz.
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