Olha aquela onda no mar
foi Deus quem criou para gente se amar."
La felicidad y la muerte
Ante la pregunta por el miedo a la muerte, puedo decir que no lo tengo. No, no. Con los años pasé de burlarme de ella a respetarla y valorizarla. La muerte llega cuando menos lo esperamos, como el Amor.
Cuántos textos sobre la muerte hay en mis cuadernos, en mis apuntes. Cuántas teorías, falsas o ciertas, personales y universales. Pero el paso de los años y de las luchas conmigo misma, me hicieron reflexionar de esta forma.
Quien tiene miedo a la muerte es porque siente inseguridad. Qué se preguntaría una persona al morir. ¿Hice, hasta ahora, todo lo que podría haber hecho? ¿Corrí lo suficiente? ¿Besé lo suficiente? ¿Lloré lo necesario? ¿Reí tanto? Y despues se plantean el despues, ¿Quién cuidará de los míos? ¿Qué va a ser de mí? ¿Qué pasará conmigo después?
Tantas preguntas sin respuestas que le dan al miedo la alfombra más roja y presuntuosa. La mejor bienvenida.
Ahora, tan mal está, creer que mismo con el tiempo girando en contra, acercándose a la muerte, no debemos perder Jamás la felicidad.
Si vivimos plenamente, si estamos donde queremos estar, si no nos guardamos los manjares de sentimientos que nos invaden a menudo. Si cantamos bien fuerte, si vivimos el momento lo mejor posible sin preocuparnos por el pasado y con el tranquilo porvenir del karma positivo. Si, sí. Si así vivimos, cuando llega la muerte tan seductora, tan decidida, estaremos tan tristes o disfrutaremos nuestro último tiempo con una felicidad extrema, abrazando, pasando lindos momentos, disfrutando de la vida, amando la naturaleza, despidiéndonos de ella y de todos con lo mejor de uno.
Me tildaron de temeraria por decir eso. Pueden tildarme, destildarme y volver a hacerlo. No tengo miedo de decir lo que pienso. La felicidad está dentro de uno. ES LO MÁS IMPORTANTE. Porque la felicidad verdadera acarrea el bienestar general. No sólo de la persona que la busca, sino de su entorno y los corazones ajenos.
La vida me ha dado el privilegio de conocer muchas historias, mucha gente, muchas vidas. Con sus tantas desgracias, y sus bastas alegrias. Me han relatado su muerte en vida y su renacer en crisis. La situación, el error, el problema, la separación, la pérdida, la enfermedad, la muerte, pero supe distinguir dos clases de personas.
Aquellas que le ponen el pecho a la vida y renacen ante la muerte. Y aquellas que mueren en Vida ante una noticia fatal.
Y yo creo que TODOS PODEMOS ser felices. No importa el peso que tengamos en nuestra mochila. Es nuestra responsabilidad alumbrar a los demás con nuestra felicidad. Es poder nuestro transformar el dolor en alegría, la melancolía en deslumbre.
Yo le he ganado a Josefina. Yo sé lo que es ganarle a la muerte, ganarse a uno mismo. Un día. Ese fue el día en que le gané (sabiendo que debería chocarme con su regreso tantas veces como fuese necesario). El día en que entendí que hoy estoy bien, pero ayer estuve mal; ayer estuve mal, pero hoy estoy bien. ¿Y mañana? Mañana será igual, a veces bien, a veces mal. Pero la vida no está hecha de situaciones y nada más. El agradecimiento de poder ver, oler, escuchar y degustar. Sentir. La gracia de sentir. Los sentimientos transmutar, crecen, mueren y renacen. Hay que sacar los sentimientos para darle lugar a otros nuevos. Tantas cosas buenas. Tantos dolores que debemos compartir.
Si la muerte me está esperando a la vuelta de casa, mandenle este mensaje: "Ya voy a tu encuentro, espérame. Ya voy a despedirme de todos y estoy contigo. Sólo te pido, muerte, que me lleves al lugar que en vida el camino he recorrido."
Querida Muerte:
No es la única forma de decirte esto. Me topo contigo en los ojos tristes, en los ciudadanos llenos de locura. Mataste su alegría, su esperanza, su cordura. Mataste y mataste y nunca te importa. ¡Vamos! Si te conozco, Muerte. Haz estado cerca todo este tiempo. Y ya sé que puedo estar en la lista, como todavía no. Ya sé lo que querés, ya sé que eso es matar. Te crees inmune, te crees inmortal, te crees, pero no vives. Puedo matarte mil veces y seguir luchando, tú siempre regresarás. Lo sé y no me enoja, no me desiluciona. Es mi lucha contigo la que me mantiene de pie. Cada triunfo es renacer ante la vida. Y le toco con mis pies, los pies a la tierra.
En síntesis, divina Muerte, ven a buscarme cuando quieras. Estoy bien parada, no tengo miedo. Y mismo sabiendo que tú estás en mi búsqueda como en la de otros, vivo plenamente, para que cuando me encuentres, nos podamos ir.
Mucha paz y Vida!!!
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