domingo, 25 de octubre de 2009

Nuestro origen, el pecho del originario.


Tienen en las manos el trabajo bienlogrado insertado en las grietas de los pasos de los días. La piel del color de la Tierra y sin embargo brillan como el Sol. Sus ojos son historias contenidas, infinitos, misteriosos y sinceros. Las pestañas largas, me han contado, que son como las espinas que le crecen a las flores más hermosas, sus ojos necesitan defenderse de lo que ya saben. Los brazos y las piernas, varían, dependiendo de la historia y de la familia, igual que la estatura, el tamaño, la contextura. Pero me sorprende y siempre me sorprendió siempre el tamaño de sus pechos, los templos del corazón. El de las mujeres, orgullosas pero sencillas a la vez, llevan dentro sin volcar, el líquido más tierno para alimentar su futuro. Ese calor maternal que se refleja en su mirada y en su caminar como si fuera bendita extención de la Madre Tierra que acobija al más abandonado y enseña sus valores al más desaliñado. Su vientre lleno de mimos, caricias, abrazos, rebozante, revalsado de fertilidad, de amor, de cariño. Madre por Naturaleza.

Los pechos varoniles son igual de poderosos y anchos. Tan grandes como para que quepa esa sensatez desmedida, ese calor del guerrero, del valiente sentimiento de camadería y respeto. Esa hombría propia del cielo que resguarda, proteje, defiende lo que es de él, lo que será suyo y del pueblo. Ese lugar tan lleno de emociones galopantes y trabajadoras del esfuerzo. Llenos de Naturaleza contenida en su máxima expresión de verdad.
Esos son los pechos de mis padres, mis abuelos, de la madre tierra que más quiero. Esos son los templos de los corazones agrietados por la historia, por la colonia y el imperio.


Respeto, aprendizaje! Todos somos guerreros.


lunes, 5 de enero de 2009

Me queda un vacío tan tan tan lleno...

Una partecita lastimada, herida, despojada, descuajada, desalmada. Una partecita desalmada de mi alma. Una partecita bien bien llena y con mucho espacio para retumbar su dolor cómodamente. Tan tan tan doloroso como el golpe de una campana. Algo tan consistente quedó dentro... y tiene tanto espacio para hacerse doler... +(Hace mucho escribí esto.... lo sentía poca cosa para mi sentir. Hoy lo leí y dice algo, es una parte del dolor que me dejó la partida de Olmos. ¡Olms presente!)+
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