martes, 5 de abril de 2011

Han devaluado la sonrisa.


No vale ya lo mismo la sonrisa, ya no es lo que era antes. Un guiño de ojo acompaña un chasquido gracioso, de sonrisa, de coté. Así, a lo pavote. De respeto no se habla porque ese gesto no es hijo ni hermano de nadie. Nació así de un repollo, de algún perejil. Mirada de reojo acompaña este saludo que hasta el más pelotudo alguna vez le dedicó a una dama. Y hasta el más haragana prefiere hacerlo antes de enterarse de la vida de los amigos. ¡Pero cuánto se pierde por tan solo no hacer un esfuercito! Guiñá los dos ojos, apretá los cachetitos, y mostráme bien los dientes. Aunque, en verdad, esto no parece suficiente. Porque, ¡qué distinto es una sonrisa de mirada atenta, buscadora, que quiere reflejar sus ojos en los míos y en los suyos, los míos! Cuánto se nota esa sonrisa sobre la otra, y sin embargo se prefiere la más chota. Pareciera que a nadie la importa, que nadie quiere ser hermano y amigo. Pareciera que el que da más desconfianza, al que le importa más un comino, ése quiere darte la mano, ser un amigo. Yo siento que me juega una mala pasada, pero no le doy pelota. El que quiera saludar así nomás, no se gana una sonrisa perfumada y liberadora y de paz, se gana sólo otra derrota.
Licencia de Creative Commons
Todas las obras by María Josefina Foronda is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
Creado a partir de la obra en http://formazaincreativas.blogspot.com.