martes, 28 de octubre de 2008

Ser uno mismo y ser el uno de los otros también.

He leído, sí, mucho. He leído bastante hasta hoy. Algunos libros sin terminar, otros terminados y vueltos a empezar. Y escribo. Escribo menos de lo que leo pero escribo con la intensidad de lo que escucho latir dentro mío.

"El individuo determinado desde dentro puede encajar en todas partes, no se guía por los demás, sino por él mismo, mientras que en individuo determinado desde fuera no encaja en ninguna parte. Este último es capaz de una intimidad rápida y superficial con todo el mundo, pero dificilmente puede mantener relaciones profundas y comprometedoras. Su objetico es ante todo captar cuanto pueda ponerlo en peligro. Le preocupa mucho más lo que opinan de él los demás que lo que él piensa de sí mismo." Gilbert Rapaille.

Dos conceptos atemorizantemente ciertos. Quiénes somos los determinados desde dentro y quienes los determinados desde fuera. Quiénes actuamos por convicción propia o por convicción ajena.

Al salir del laburo, uno de esos primeros días de sol primaveral, me puse a caminar de vuelta pa' las casa'. Me topé con una plaza. Me saqué las botas, las medias. La música sonaba bien fuerte dentro mío y decía algo así como: "Qué importa lo que piensan esos, que aunque no hagas nada van a pensar mal igual." Y ese fue el detonante para ponerme a bailar descalza en una plaza. Frente a la mirada de obreros, mujeres de perros más finos que ellas, hombres bronceados de tanta cama solar. Que vengan todas las miradas sobre mí. Todas. Que vengan hacia mí. Tal vez sea la forma más fácil de decirles lo que pienso, lo que siento y poder mostrarles qué lindo es VIVIR.

VIVIR no es sólo levantarse cada mañana/tarde/noche, no es ir a laburar, estudiar, bailar, respirar, comer, cagar. No! Eso es SOBREVIVIR... yo te hablo de VIDA, papáh! Vida es sintonía y armonía, bienestar y naturalidad, Amor y Sentimiento, una pura realidad, el cielo más inmenso y la tierra más condensada, (entre otras cosas) eso es VIDA!

Con una sonrisa te digo... VINE A VIVIR. A MORIR DE PIE. A DEJARME AMAR y DEJARME SENTIR AMOR. Y tengo vergüenza a veces, sí. Y la vergüenza es la palabra más bonita que encontraron para determinar el miedo. Y el miedo es lo único que encontramos para no dejarnos VIVIR, no dejarnos SER, HACER, SENTIR. Es lo único, nada más.

Pero ante esta paradoja miedística... vergonzoncística... sólo puedo decir:

¡ ¡ ¡ VERGüENZA TIENEN LO' MONO' ! ! ! Lisa y allá, na mente.

Bueno, bueno. Me voy a VIVIR. Un poco más de lo que suelo Sentir.

Mucha paz y Bendiciones y Agradecimientos a Ese Altísimo Gran Unión, Gran Amor.

Somos parte.

sábado, 25 de octubre de 2008

La Concensura de la Felicidad

"Olha aquela estrela no cêu
Olha aquela onda no mar

foi Deus quem criou para gente se amar."



La felicidad y la muerte

Ante la pregunta por el miedo a la muerte, puedo decir que no lo tengo. No, no. Con los años pasé de burlarme de ella a respetarla y valorizarla. La muerte llega cuando menos lo esperamos, como el Amor.

Cuántos textos sobre la muerte hay en mis cuadernos, en mis apuntes. Cuántas teorías, falsas o ciertas, personales y universales. Pero el paso de los años y de las luchas conmigo misma, me hicieron reflexionar de esta forma.

Quien tiene miedo a la muerte es porque siente inseguridad. Qué se preguntaría una persona al morir. ¿Hice, hasta ahora, todo lo que podría haber hecho? ¿Corrí lo suficiente? ¿Besé lo suficiente? ¿Lloré lo necesario? ¿Reí tanto? Y despues se plantean el despues, ¿Quién cuidará de los míos? ¿Qué va a ser de mí? ¿Qué pasará conmigo después?

Tantas preguntas sin respuestas que le dan al miedo la alfombra más roja y presuntuosa. La mejor bienvenida.

Ahora, tan mal está, creer que mismo con el tiempo girando en contra, acercándose a la muerte, no debemos perder Jamás la felicidad.

Si vivimos plenamente, si estamos donde queremos estar, si no nos guardamos los manjares de sentimientos que nos invaden a menudo. Si cantamos bien fuerte, si vivimos el momento lo mejor posible sin preocuparnos por el pasado y con el tranquilo porvenir del karma positivo. Si, sí. Si así vivimos, cuando llega la muerte tan seductora, tan decidida, estaremos tan tristes o disfrutaremos nuestro último tiempo con una felicidad extrema, abrazando, pasando lindos momentos, disfrutando de la vida, amando la naturaleza, despidiéndonos de ella y de todos con lo mejor de uno.

Me tildaron de temeraria por decir eso. Pueden tildarme, destildarme y volver a hacerlo. No tengo miedo de decir lo que pienso. La felicidad está dentro de uno. ES LO MÁS IMPORTANTE. Porque la felicidad verdadera acarrea el bienestar general. No sólo de la persona que la busca, sino de su entorno y los corazones ajenos.

La vida me ha dado el privilegio de conocer muchas historias, mucha gente, muchas vidas. Con sus tantas desgracias, y sus bastas alegrias. Me han relatado su muerte en vida y su renacer en crisis. La situación, el error, el problema, la separación, la pérdida, la enfermedad, la muerte, pero supe distinguir dos clases de personas.


Aquellas que le ponen el pecho a la vida y renacen ante la muerte. Y aquellas que mueren en Vida ante una noticia fatal.

Y yo creo que TODOS PODEMOS ser felices. No importa el peso que tengamos en nuestra mochila. Es nuestra responsabilidad alumbrar a los demás con nuestra felicidad. Es poder nuestro transformar el dolor en alegría, la melancolía en deslumbre.

Yo le he ganado a Josefina. Yo sé lo que es ganarle a la muerte, ganarse a uno mismo. Un día. Ese fue el día en que le gané (sabiendo que debería chocarme con su regreso tantas veces como fuese necesario). El día en que entendí que hoy estoy bien, pero ayer estuve mal; ayer estuve mal, pero hoy estoy bien. ¿Y mañana? Mañana será igual, a veces bien, a veces mal. Pero la vida no está hecha de situaciones y nada más. El agradecimiento de poder ver, oler, escuchar y degustar. Sentir. La gracia de sentir. Los sentimientos transmutar, crecen, mueren y renacen. Hay que sacar los sentimientos para darle lugar a otros nuevos. Tantas cosas buenas. Tantos dolores que debemos compartir.

Si la muerte me está esperando a la vuelta de casa, mandenle este mensaje: "Ya voy a tu encuentro, espérame. Ya voy a despedirme de todos y estoy contigo. Sólo te pido, muerte, que me lleves al lugar que en vida el camino he recorrido."

Querida Muerte:

No es la única forma de decirte esto. Me topo contigo en los ojos tristes, en los ciudadanos llenos de locura. Mataste su alegría, su esperanza, su cordura. Mataste y mataste y nunca te importa. ¡Vamos! Si te conozco, Muerte. Haz estado cerca todo este tiempo. Y ya sé que puedo estar en la lista, como todavía no. Ya sé lo que querés, ya sé que eso es matar. Te crees inmune, te crees inmortal, te crees, pero no vives. Puedo matarte mil veces y seguir luchando, tú siempre regresarás. Lo sé y no me enoja, no me desiluciona. Es mi lucha contigo la que me mantiene de pie. Cada triunfo es renacer ante la vida. Y le toco con mis pies, los pies a la tierra.

En síntesis, divina Muerte, ven a buscarme cuando quieras. Estoy bien parada, no tengo miedo. Y mismo sabiendo que tú estás en mi búsqueda como en la de otros, vivo plenamente, para que cuando me encuentres, nos podamos ir.

Mucha paz y Vida!!!










jueves, 16 de octubre de 2008

Esa hoja y este mundo inhumano.

"Es cierto sin duda y en verdad que lo de abajo es igual a lo de arriba y que lo de arriba es igual a lo de abajo, para la cabal realización del Milagro de la Unidad.
Y del mismo modo que todas las cosas han salido de la palabra del Uno, así también todas las cosas, gracias al proceso, nacerán de la Unidad.
Su padre es el Sol, su madre es la Luna.
El Viento la ha llevado en su vientre; nodriza suya es la Tierra.
Su poder es total; se ha transformado en tierra.
Separa la Tierra del Fuego, lo fino de lo tosco, cuidadosamente y con muy agudo sentido. Se alza desde la tierra hasta el cielo y desciende de nueva sobre la tierra para recibir la fuerza de lo de arriba y de lo de abajo.
Su poder es absoluto.
Desciende de la tierra; la tierra será separada del fuego, lo fino de lo tosco.
Con agudo sentido se alza mansamente desde la tierra hasta el cielo.

Luego desciende de nuevo sobre la tierra y reúne en sí la fuerza de lo superior y de lo inferior.
Así poseerás tú la famosa Luz del Mundo, y toda oscuridad huirá de tí.
Así de éste modo, se realizan maravillosas combinaciones. Por esto me llamo Hermes, el tres veces supremo, pues poseo las tres facetas de la sabiduría del universo.

Concluido está lo que yo he anunciado de la Obra del Sol."

Sentado siempre con la barriga apoyada en una baldoza. Está caliente, y me lo transmite. Una sensación única, de calidez, reconfortándome. Hace sólo unas horas estaba soñando con tu contorneo, con tu patita suave recorriendo el inmenso cielo. Y ahora acá tumbado. Con los ojos llenos de lagañas, todavía humedecidos del bostezo vespertino. Y la calle sigue andando como hace un momento. Nada cambió. El kioskero de la esquina. Es un lugar genial. De lejos se ve la gente desapareciendo del mundo errante con un billete o el puño lleno de monedas. Y sale con cara satisfecha, con ruido a caramelos en los ojos. Debe ser un buen tipo el kioskero. Qué pena que nos miremos poco. Un día de estos le voy a dar una visita, así de lejos, por lo menos.
Ay! Cada vez que me levanto me duele la cicatriz ésta. La vez que estaba descanzando cerca de una rueda. Es una linda sensación. Saber que en el momento dormido de un objeto en movimiento está bajo tuyo como soporte de tus sueños. Y eso que sueño poco, pero si soñara menos... Y este sol tan hermoso, y estas hojas tan tranquilas. Deben ser sólo por la tranquilidad de tus movimientos. Esos que me vuelven tan loco.
Doy unos pasos, me acerco. Y una hoja de forma de escarabajo me mira titubeante bajo la sombra de un auto. Me mira y baila. Y bailan con ella los restos de sus hermanas destrozadas y azotadas por el viento. Despacito me acerco. Despacito la miro. Despacito doy un paso, dos. Uno de nuevo. La toco sólo un poquito para acostumbrarme a su movimiento. Y me responde con un vai-vén único, lleno de fuego.

No me gustan las hojas, ni los autos, ni la calle, ni el viento. Pero los acepto. Vivo con ellos. Convivo con ellos y, la verdad, no me molestan. Más bien me entretienen. Me cantan, me susurran los momentos. Son tiempos. Tiempos de sombra y de calor. Y camino un poco más allá y el viento se calla y me escucha lo que siento. Yo sigo despacito el movimiento de la hoja. Y ese vai-vén me pone loco. La toco de nuevo y la hago bailar con más pasión, con un poquito más de color. Y se adelanta un poco la hoja como si fuera ése escarabajo y sale una punta al sol, dejandole el cuerpo a la sombra. Y con su vai-vén, que me tiene como loco, hace brillar el sol en tren colores distintos: verde, amarillo y rojo. Verde, por un pasado en que esa hoja tenía vida, sabia, brillo, colores, frescura, olor, humedad y armonía. Amarillo, por su luz que brilla y resalta su vida entera, las lluvias, los olores, los bailes colgando de un péndulo, de un todo, de Uno, de un recuerdo. Y Rojo, por la sangre, la pasión de haber vivido y morir en el asfalto; la envidia, la amargura, la venganza renegada y desfavorecida de una hoja caída que no puede levantarse y le da bronca. Y la vuelto a tocar, despacito. Porque sólo despacito ella baila a su ritmo y yo sólo le doy unas vueltas.


La quiero mirar más de cerca. Sentirla bailar bajo mis ojos como bailándole a la luna, sin vueltas... ¡má qué! ¡con muchas volteretas! Un pasito despacito y mi cabeza se sume en la completa sombra de un auto bajo el sol matinal de una mañana de abril. Me quedo quieto esperando que se transforme algo en mi cuerpo para poder ver desde las sombras más que desde el cielo. Doy un paso firme y me interno en la oscuridad. Como un pensador a la sombra de un arbol, mis mejores ideas vienen bajo un auto. Y me quedo allí pensando. Pensando que la hoja era sólo un pretexto para alejarme del ruido, la luz, los pasos, el llanto. La vida que afuera se escuchaba y ensordecía, desde acá es apenas un recuerdo de hace un montón de años. ¡Pero qué linda es la sombra de este auto! Y las hojas me bailan paganas al lado, celebrando. Me doy vuelta, panza arriba. Y yo también disfruto y celebro con ellas. El frescor que renace en esa sombra me pone pleno. Y me olvido que soy un animal, y me creo que soy un mundano, un viajante, algún ser celestiano, un rito pagano. Soy el fuego. Soy el Sol. Soy las llamas y a la vez nada más que un gato, que se levanta de su siesta y sale a pasear un rato.


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