domingo, 21 de diciembre de 2008

Un Yo Compartido...

La luna es un disco de plata que cuelga del cielo, desde que tengo uso de razón que es eso para mí. Con el tiempo se le van sumando otros significados, otras cualidades y gestos. "La luna es un satélite natural", me dijeron en el colegio y pasé a imaginarmela con antena, flotando en el espacio, pero ya sin verla como un cuadro, como un adorno, pase a observarla con un poco más de curiosidad. A veces llena, a veces nueva. La luna pasó a ser para mí un signo de femeneidad, de energias, de elementos. Las relaciones analogicas fueron creciendo y hoy la luna es mucho más que un simple satélite o una original mancha en el cielo.

No quiero ponerme en este lugar, para tratar este tema lunar. No quiero hablar desde aquella persona que se sienta frente a una pantalla para intentar describir una fascinación. Se me hace denso. Puedo hablar desde el lugar de una nube, de una estrella. ¿Eh? ¿Qué tal? ¿Cómo vé una nube a su compañera, la Luna? La ve con temor, puede ser que sienta que en cualquier momento le cae encima. No sabe si va a poder aguantar tremenda caída. La vez con desconfianza, no es de fiar un astro que siempre muestra la misma cara y esconde la misma otra.

Una estrella que yo conozco. Sí, es una estrella conocída. No todos la conocen pero es conocida. ¿Dónde vive? ¿Dónde está? Está por aquella esquina, sí, como 5 o 6 mts arriba de la copa del limonero. Está ahí, no tan brillante, pero perseverante. Ella me dijo que la Luna es muy tímida. Esta estrella la conoce. Hace años, hace miles de miles de millo... hace muchos años. Siempre fueron vecinas. Todos los astros son vecinos de un mismo vecindario, el espacio. Y nosotros seríamos así como partículas, células de estos vecinos. Nosotros seríamos las células que conforman (junto con los elementos naturales) a estos vecinitos. Me decía esta estrella coqueta, que la luna es muy tímida, pero es muy caprichosa. Sólo se aparece por la noche, pero hay épocas en que el Sol no le molesta tanto y se queda durante el día. Recelosa, caprichosa, engreída. Pero es su parte más tierna, su infancia más eterna y compartida.

Y así se pavonea en el cielo. Ya amaneció y la Luna no se quiere ir. Ya el Sol salió y la Luna sigue ahí. No amaga con irse, no creo que lo haga, hasta mañana.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buena entrada jo.
Somos átomos creídos de tener derecho a creernos dioses..
Da para mucha reflexión,. pero como voy a caerte en breve a tu casa, lo dejamos para unos mates lokos con facturas.


Besos

Anónimo dijo...

hhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh

Anónimo dijo...

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